Este caserío blanco rodeado de fértiles campiñas estuvo poblado desde la más remota antigüedad gracias a su situación estratégica como cruce natural de caminos. Testigos de esta primitiva presencia son el Dolmen de Alberite y el yacimiento de Torrevieja, que engrosan los ondos del Museo Histórico Municipal. El legado patrimonial de la villa cuenta con monumentos como el Castillo de Matrera, la Iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes, la Iglesia y el Convento de San Francisco, la Ermita de Nuestra Señora de las Montañas y casas señoriales como el Palacio de los Ríos o el de los Topete.